domingo, 28 de octubre de 2012

Sumando culturas: Malta

El archipiélago de Malta, entre Sicilia (90 km) y Africa lo componen tres islas de clima privilegiado (Malta, Gozo y Comino). Destino ideal para combinar playa, cultura y ocio nocturno, permite darse un baño fuera de temporada y alargar o adelantar el verano.
Evitar entre mediados de junio-finales de septiembre porque aparte de derretiros, estará plagado de turistas, ése es su único defecto.
Los templos megalíticos (4600-2600 AC, más antiguos que las pirámides¡¡) como los de Hagar qim y Mnajdra, los palacios medievales de Mdina o los auberges de La Valletta son diferentes huelllas que han dejado los pueblos que han pasado por aquí. Desde fenicios hasta ingleses pasando por árabes y castellanos, sin olvidar la influencia de la cercana Italia, todos han dejado su impronta con un resultado fascinante. Por cierto, fruto del dominio británico, es que conduzcan por la izquierda o que se sirvan pintas de cerveza, pero también que sea una interesante opción para aprender inglés.
Sitios que no debéis dejar pasar en una visita a la isla:

1- Los templos de Hagar qim y Mnajdra y si le añades la visita al Hypogeum (reserva con antelación en www.heritagemalta.com) más que redondo. Se puede empezar el día visitando en barco la cercana Blue Grotto en Zurrieq y tras los templos acercarse a Marsaxlokk, un puerto pesquero en el que contemplar el balanceo de los luzzus, fisgotear el mercado (los domingos se instala el de pescado) y regalarse una comida en cualquiera de los múltiples restaurantes de pescado. Grabiel (Pjazza Mifsud Bonnici) es uno de los favorito de los locales y nos encanta Tartarun ( Xatt is-Sajjieda), más chic.
Para rematar el día, un chapuzón en St Peter´s Pool, una pequeña bahía de aguas transparentes sin una gota de arena.. 
Luzzus en Marsaxlokk
San Peter´s Pool


2-Pasear por  Mdina, Las Tres Ciudades y La Valletta:
La antigua capital, Mdina, para pasearla a última hora de la tarde y rematar con las vistas de la terraza del Fontanella Tea Gardens acompañando alguno de sus dulces. Antes, pásate por la cercana Rabat, donde están las catacumbas de San Pablo y las de Santa Ágata, éstas últimas con unos maravillosos frescos medievales. De camino a las catacumbas, caerás en la tentación con las estupendas pastas y pasteles caseros de Parrucan (Triq San Cataldus. Rabat) donde lo difícil es elegir¡.
Si quieres llevarte alguna pieza de vidrio típica de la isla, acércate a Ta´Qali Crafts Village entre Mdina y Attard, hay un montón de opciones a buen precio y podrás ver cómo trabajan los artesanos.
Senglea y Vittoriosa forman parte de Las Tres Ciudades, frente a La Valletta. Los jardines de Gnien il-Gardjpis, justo donde termina Senglea, brindan unas bonitas vistas de La Valletta y hay una garita conocida por estar labrado con signos de vigilancia (un ojo, una oreja...). Vittoriosa también es tranquila y callada, pero guarda en sus calles sorpresas como el Palacio del Inquisidor o el Collachio, un pequeño y fascinante barrio plagado de auberges, las hospederías de los caballeros de la orden. Para finalizar un paseo por Vittoriosa Warf, donde se puede coger un barco o hacer una parada en alguno de los agradables bares del muelle.
Calle en La Valletta

La Valletta es una ciudad portuaria llena de encanto abarrotada de turistas durante el día. Si te gusta el barroco, disfrutarás en el palacio del gran maestre y en la concatedral de St John con sus lápidas de mármol multicolor, un interior sin resquicio de simplicidad y dos magníficas pinturas de Caravaggio. Si tanto ornamento te ha dejado exhausto, dáte un respiro en el café Cordina, en la plaza adyacente. El museo nacional de arqueología también es interesante pues guarda muchas de las piezas de los templos prehistóricos de Malta, pero aquí lo importante es descubrir esta pequeña ciudad, con sus calles repletas de casas balconadas, originales aldabas y ropa tendida al sol. Los magníficos auberges barrocos se alternan con las furgonetas que venden fruta en una foto llena de color.
La arteria comercial de La Valletta es Triq Ir-Republika, repleta de tiendas de recuerdos y joyerías, y en la cercana Triq Il-Merkanti la pastelería Camilleri vende bollería y pasteles desde 1843..
Interior de Rubino

Dos opciones para comer: Rubino (53 Triq Il Fran), un magnífico restaurante de cocina local, con una imprescindible casatta siciliana de postre y Ambrosia (173 Archbishop street) de ambiente acogedor y cocina mediterránea.
Para ver el atardecer los jardines Upper Barrakka Gardens donde disfrutar sin prisas de las vistas al Grand Harbour.

3- Relajarse en la Blue Lagoon en Comino

Con unas aguas celestes que invitan al baño y la cercana Cominotto a un paso, es un lugar ideal para nadar, bucear y descansar al sol. Si quieres arena, acércate a Santa Marija Bay y si te apetece andar en un par de horas se recorre la isla y seguro que adivinas el por qué de su nombre.
Hay un servicio de barco entre Cirkewwa y la Blue Lagoon y empresas que oferten la excursión no te faltarán.

4- Coger un ferry a Gozo
Hay que asomarse a los acantilados de Dwejra con la imponente Azure Window de telón de fondo y pasear por Rabat/Victoria con restos de casa normandas y su sobria catedral. Para reponer fuerzas, probar en Ta´Rikardu el famoso queso goccitano con pan y tomate.

Jubilee foods en Independence Square está bien surtida de productos locales como la miel de tomillo, la sal de Gozo o mermelada de higo chumbo. Y  podrás probarlos..
Si apetece ración de prehistoria, en Xaghra están los templos de Ggantija y para disfrutar de un rato de sol, las arenas rojizas de Ramla Bay. Como remate a la jornada, el atardecer que brindan los acantilados de Ta´Cenc.
Hay un transbordador de vehículos y pasajeros entre Cirkewwa y Mgarr Harbour en Gozo y autobusues turísticos que realizan paradas. Nos gusta más el coche por la libertad de movimientos que te da y porque te permite alejarte del turismo de masas, pero si te animas por alquilar un cohe hazlo con seguro a todo riesgo, aquí conducen de forma "arriesgada".


5- Irse de marcha por Paceville o St Julian´s:
Para la década de los 20, el jolgorio de Paceville, con multitud de bares abarrotados y si quieres algo más tranquilo, St Julian´s o Sliema. Recorrer el paseo maritimo de Sliema, Triq it-Torri, es una manera agradable de despedir el día, antes de tomar una cerveza. Una Cisk bien fría se puede tomar en Giuseppe´s (Triq Gorg Borg Olivier, Saint Julian's) mirando el mar, o en el bar de Le Meridien St Julians. Un sitio con menos glamour pero que nos encanta es el bar de St Julian´s Band Club en Spinola Bay, donde tomar un botellín de 0,5 L acompañado de galletas con romero en un ambiente desenfadado.
Terraza del Gioseppo´s
Spinola Bay
Spinola Bay nos encanta a pesar de estar inmersa en plena vorágine de ladrillo y es un sitio muy recomendable para cenar. Hay un montón de restaurantes con vistas a la bahía. Nuestra recomendación porque nunca falla es San Giuliano, con buenos pescados y pastas. Y es que en Malta la pasta está por encima de la media..no os podeís ir sin probar los pastizzi y qassatat y ya descubriréis que el pan está de muerte..  
Un restaurante de posición privilegiada y muy romántico es Barracuda en un palacio del s XVII en Bellutta Bay.  Eso si, mejor tomar pescado que marisco, bastante mediocre.
Mesas en Barracuda

Y aunque hay discotecas para aburrir, por diferente, tómate un cocktail en Smooth Jazz Inc, con un pequeño jardín interior y jazz en directo.
Jardín interior en Smooth Jazz Inc

6- Descubrir playas de arena rojiza como Golden Bay, o nuestra favorita Ghajn Tuffieha Bay.
Ghajn Tuffieha Bay

Mellieha Bay más familiar o Paradise Bay son otras bahías del norte de la isla donde tomar el sol, aunque hay más..
Azotea The George Hotel
Respecto al alojamiento, nos gusta el hotel Juliani por sus vistas a Spinola Bay, The George en pleno Paceville y Le Meridien St Julian´s por sus piscinas con vistas..Todos están en la zona más animada de la isla..Imposible aburrirse..
Por Merche



jueves, 4 de octubre de 2012

Alto Duoro: entre viñedos



Si te gustan los vinos, el Alto Duoro es un destino obligado.Y aunque no: sus paisajes, su gastronomía y sus pueblos llenos de sabor te conquistararán.
Como centro de operaciones para moverse por la zona se puede optar por una Quinta donde se elaboran los vinos de Oporto o hoteles con encanto como el CS Vintage en Pinhao o el Aquapura en Lamego.
 

Fueron los ingleses quienes comenzaron el comercio del vino y su impronta se nota en la  decoración y estilo de los alojamientos. Recomendamos Quinta Nova de Nossa Senhora Do Carmo para realizar una visita y empezar a cogerle el gusto al Oporto. También tienen una wine shop al lado de la estación de tren en Pinhao si te despistas y quieres comprar vino en el último momento.
Un buen plan es coger alguno de los barcos que recorren el Duoro y rematar la jornada con una copa y unas buenas vistas en la terraza del CS Vintage o del hotel Aquapura.
Para bolsillos más ajustados, se puede coger el tren que circula desde Oporto a Pocinho acompañando al río, un viaje que no cansa.

Wine house Q N do Carmo en Pinhao
Vistas desde la terraza del CS Vintage
La apuesta gastronómica de la zona es el restaurante DOC (Carretera nacional 222-P. Folgosa), imposible que defraude tanto por la calidad de su cocina como por la preciosa terraza al lado del río. Y es que aquí el protagonista indiscutible es el Duero..
Más de andar por casa es la opción de probar los peixes de rio y una frasca de vino de la casa en cualquier restaurante de la zona atestado de locales como el Calcacurta en Foz de Tua.
Menos glamour y más tipismo..


Revindicando el gusto de encontrar lugares donde las cosas se hacen como simpre y que nos remiten a una España lejana, nos fijamos en  Pinhao (Largo da Estacao) en una tienda cuyo aroma invita a entrar desde la puerta.  Su fuerte las carnes y los embutidos, aunque también aglutina quesos y miel de la tierra. El dueño te invitará a catar los productos acompañados de un mosto o un vino y querrás llevarlo todo¡

Charcutería Fumeiros en Pinhao

Estación de tren con azulejos




La última recomendación: perderse por los valles a ambos lados del río y por sus carreteras tortuosas. Los paisajes son preciosos y encontrarás algún pueblito donde se ha detenido el tiempo...Además es época de vendimias, cúando mejor?


lunes, 3 de septiembre de 2012

Aix-en-Provence: calissons, lavanda y mucho más

Cours Mirabeu con su fuente
El aeropuerto MP2 es la puerta de entrada a la Provenza, una de las caras más conocidas de Francia. Tanto si se dispone de un par de días como para una estancia más prolongada, esta región francesa es una delicia. Un consejo: aparca las prisas y disfruta de los pequeños placeres, aquí es fácil. Ryanair tiene vuelos desde Madrid los viernes a las 18:45 al MP2, que dista 25 km de Marsella y 30 de Aix-en-Provence.
Puedes alquilar un coche o moverte en bus=navette si sólo te quedas el fin de semana (horarios e información en  www.marseille.aeroport.fr o www.navetteaixtgvaeroport.com).
Preferimos la tranquilidad burguesa de Aix-en-Provence al bullicio de Marsella, pero que nadie se engañe, Aix no es aburrida. Como ciudad universitaria, el ambiente y la animación en las calles es continua. Y como ciudad meditérranea, está hecha para pasear y descubrir sus múltiples plazas, donde no falta el murmullo del agua. ¡Aix está invadida de fuentes¡
Para alojarse, opta por un bed and breakfast con encanto como La Campagne (con jardín y a 15 minutos del centro), Le jardin du Marie o Le petit nid de Sophie (la terraza hace los desayunos inolvidables con el buen tiempo). El hotel Artea renovado hace poco también es una buena elección.
Desayuno en Le Petit nid de Sophie
Aunque estamos en Francia, los horarios de comida son más laxos, por lo que es posible cenar a las 23 h. Eso sí, según avance el reloj las opciones serán más limitadas. Cerca de la plaza del ayuntamiento (Hotel de Ville), en la Rue Verrerie y adyacentes se concentran multitud de restaurantes y bares. Elegir es lo difícil...Las terrazas se suceden una tras otra. Llama la atención en Francia el buen gusto que tienen en decorar los restaurantes, siempre hay algún pequeño detalle (una vela encendida, un jarrón con flores..) que añade calidez al conjunto. Los precios de la comida son moderados, se come bien por 20 euros/persona, los de la bebida ya es otra historia...
El restaurante l`Epicerie (Place des 3 Ormeaux), en una plaza escondida del centro y con las mesas diseminadas alrededor de la fuente nos parece una buena elección. No pudimos probar la comida, (estaba a reventar¡) pero la ubicación y la carta de vinos nos animan a recomendarlo.Y es que aquí hay que probar los rosados de Côtes de Provence y Cote-aux-d `Aix-en-Provence, de color  pálido y que fríos se beben con pasmosa facilidad..
Restaurante L´Epicerie
 Los sábados por la mañana no dejéis de trastear por el mercado de flores de la Place de´l Hôtel d ville y en la Place Richelme por el mercado de frutas y verduras. Se pueden comprar saquitos de lavanda para perfumar los armarios, jabones artesanales de lavanda, miel de lavanda y hasta calissons de lavanda..Y por supuesto, flores a precios increíbles,verduras, frutas de temporada, pescado, quesos... Todo con sabor rural, ya que son los pequeños productores los que exponen y venden sus productos.
Puesto en el mercado de la Place Richelme
Los calissons son los dulces típicos de la ciudad elaborados con almendra, azúcar y confitura de melón en su versión tradicional. Los podéis comprar en el mercado y en cualquier pastelería como la clásica Roy Reneé o la más exquisita Confiserie Sextius (24, cours Sextius).
 Para más compras: Le nain rouge tiene originales juguetes de madera y tela (Rue Espariat) y en los alrededores de la place du Verdun podéis investigar cúal es vuestra boutique favorita.
Una tienda gourmet de la que seguro que os lleváis algo es La Place aux huiles, en la calle que desemboca en la catedral (Rue Gaston de Saporta). Reúne diferentes tipos de aceite, sal de la Camarga, mostazas a cual más tentadora entre otras delicatessen y por supuesto una línea corporal de jabón de marsella.
Mercado de las flores








La catedral de Saint Sauver merece una visita, con un precioso claustro románico y el baptisterio prerrománico. Tampoco hay que dejar de ver el Palacio de Justicia y de Albertas en la armónica plaza del mismo nombre. Y si te gusta la pintura, ésta es la ciudad de Cézanne, aprovéchalo visitando su taller, sus cuadros del museo Granet o con el circuito Tras los pasos de Cézanne.
Para recuperar fuerzas y volver al pasado, la terraza del café Les deux garcons en Cours Mirabeau, para tomar algo mientras se observa a la gente pasar. Es un buen plan antes o despúes de recorrer el barrio Mazarine, un oasis de tranquilidad a un paso del centro, con preciosas mansiones escondidas entre sus calles.
Y para rematar el día, dejaros llevar por el gentío universitario que llena la ciudad y disfrutad de una/s copa/s en cualquiera de los bares anexos a la Plaza del Ayuntamiento...
Por Merche y Susana