lunes, 3 de septiembre de 2012

Aix-en-Provence: calissons, lavanda y mucho más

Cours Mirabeu con su fuente
El aeropuerto MP2 es la puerta de entrada a la Provenza, una de las caras más conocidas de Francia. Tanto si se dispone de un par de días como para una estancia más prolongada, esta región francesa es una delicia. Un consejo: aparca las prisas y disfruta de los pequeños placeres, aquí es fácil. Ryanair tiene vuelos desde Madrid los viernes a las 18:45 al MP2, que dista 25 km de Marsella y 30 de Aix-en-Provence.
Puedes alquilar un coche o moverte en bus=navette si sólo te quedas el fin de semana (horarios e información en  www.marseille.aeroport.fr o www.navetteaixtgvaeroport.com).
Preferimos la tranquilidad burguesa de Aix-en-Provence al bullicio de Marsella, pero que nadie se engañe, Aix no es aburrida. Como ciudad universitaria, el ambiente y la animación en las calles es continua. Y como ciudad meditérranea, está hecha para pasear y descubrir sus múltiples plazas, donde no falta el murmullo del agua. ¡Aix está invadida de fuentes¡
Para alojarse, opta por un bed and breakfast con encanto como La Campagne (con jardín y a 15 minutos del centro), Le jardin du Marie o Le petit nid de Sophie (la terraza hace los desayunos inolvidables con el buen tiempo). El hotel Artea renovado hace poco también es una buena elección.
Desayuno en Le Petit nid de Sophie
Aunque estamos en Francia, los horarios de comida son más laxos, por lo que es posible cenar a las 23 h. Eso sí, según avance el reloj las opciones serán más limitadas. Cerca de la plaza del ayuntamiento (Hotel de Ville), en la Rue Verrerie y adyacentes se concentran multitud de restaurantes y bares. Elegir es lo difícil...Las terrazas se suceden una tras otra. Llama la atención en Francia el buen gusto que tienen en decorar los restaurantes, siempre hay algún pequeño detalle (una vela encendida, un jarrón con flores..) que añade calidez al conjunto. Los precios de la comida son moderados, se come bien por 20 euros/persona, los de la bebida ya es otra historia...
El restaurante l`Epicerie (Place des 3 Ormeaux), en una plaza escondida del centro y con las mesas diseminadas alrededor de la fuente nos parece una buena elección. No pudimos probar la comida, (estaba a reventar¡) pero la ubicación y la carta de vinos nos animan a recomendarlo.Y es que aquí hay que probar los rosados de Côtes de Provence y Cote-aux-d `Aix-en-Provence, de color  pálido y que fríos se beben con pasmosa facilidad..
Restaurante L´Epicerie
 Los sábados por la mañana no dejéis de trastear por el mercado de flores de la Place de´l Hôtel d ville y en la Place Richelme por el mercado de frutas y verduras. Se pueden comprar saquitos de lavanda para perfumar los armarios, jabones artesanales de lavanda, miel de lavanda y hasta calissons de lavanda..Y por supuesto, flores a precios increíbles,verduras, frutas de temporada, pescado, quesos... Todo con sabor rural, ya que son los pequeños productores los que exponen y venden sus productos.
Puesto en el mercado de la Place Richelme
Los calissons son los dulces típicos de la ciudad elaborados con almendra, azúcar y confitura de melón en su versión tradicional. Los podéis comprar en el mercado y en cualquier pastelería como la clásica Roy Reneé o la más exquisita Confiserie Sextius (24, cours Sextius).
 Para más compras: Le nain rouge tiene originales juguetes de madera y tela (Rue Espariat) y en los alrededores de la place du Verdun podéis investigar cúal es vuestra boutique favorita.
Una tienda gourmet de la que seguro que os lleváis algo es La Place aux huiles, en la calle que desemboca en la catedral (Rue Gaston de Saporta). Reúne diferentes tipos de aceite, sal de la Camarga, mostazas a cual más tentadora entre otras delicatessen y por supuesto una línea corporal de jabón de marsella.
Mercado de las flores








La catedral de Saint Sauver merece una visita, con un precioso claustro románico y el baptisterio prerrománico. Tampoco hay que dejar de ver el Palacio de Justicia y de Albertas en la armónica plaza del mismo nombre. Y si te gusta la pintura, ésta es la ciudad de Cézanne, aprovéchalo visitando su taller, sus cuadros del museo Granet o con el circuito Tras los pasos de Cézanne.
Para recuperar fuerzas y volver al pasado, la terraza del café Les deux garcons en Cours Mirabeau, para tomar algo mientras se observa a la gente pasar. Es un buen plan antes o despúes de recorrer el barrio Mazarine, un oasis de tranquilidad a un paso del centro, con preciosas mansiones escondidas entre sus calles.
Y para rematar el día, dejaros llevar por el gentío universitario que llena la ciudad y disfrutad de una/s copa/s en cualquiera de los bares anexos a la Plaza del Ayuntamiento...
Por Merche y Susana